“En los Mares del Sur hay pueblos que adoran a los aviones de carga. Durante la guerra, vieron aviones que aterrizaban con cantidades de mercancias, y desean que eso vuelva a ocurrir. De modo que se han organizado para construir cosas parecidas a pistas de aterrizaje, prender fogatas a ambos lados de las pistas, levantar refugios de madera en los que se sienta un hombre –el controlador de vuelos– con piezas de madera en la cabeza –similares a auriculares– y varas de bambú –en forma de antenas–, y esperan que aterricen aviones”. –Richard Feynman, extraído del libro Surely you’re joking, Mr. Feynman!
Esta mañana, mi amigo Juan, que además de ser un poco troll, es uno de los mejores ingenieros de software que conozco -por algo trabaja como Arquitecto Big Data para Huawei-, me mandaba un enlace a este artículo de Steve McConnell que habla del culto a la carga en la ingeniería de software.
En resumidas cuentas, las sectas de las que hablaba Feynman más arriba pensaban que haciendo lo que hacían los blancos, conseguirían lo que tenían los blancos, esto es, que los aviones aterrizaran llenos de objetos mágicos.
La mayoría de las startups que hay en España son PseudoStartups
Los emprendedores han leído los libros sobre Steve Jobs, sobre Google y se lanzan a imitar lo que los libros y artículos -que en todas las ocasiones son versiones endulzadas de la realidad- dicen. Asumen que tener los mismos elementos que ellos tuvieron -un garage- les llevaran al éxito.
Estos emprendedores acuden a eventos donde conocen a otros emprendedores con PseudoStartups. La realidad es mucho más dura: todos están en el paro, en la mayoría de las ocasiones subsistiendo de ayudas o de sus propios padres y tienen una serie de imaginaciones en la cabeza que, en lugar de ayudar, limitan su capacidad de desarrollarse y conseguir algo mínimamente viable. Muchos de ellos sobreviven vendiendo su capacidad como expertos después –eldiario.es publicada un artículo sobre Pau García-Milá hace unos días-. Antes de que me linchen, les diré la verdad. Yo fui uno de ellos.
Esta falsa creencia que dice que creando ambientes las cosas vendrán solas fue la que ha provocado la burbuja mundial de espacios de coworking. La realidad es muy distinta. Fue la necesidad de espacios para profesionales muy preparados la que creo la demanda de coworking en determinados sitios y no al revés. Y todo el mundo se lanzó a replicarlo. Esta es la razón por la que Silicon Valley no se puede replicar. Porque no se trata de replicar el entorno, se trata de replicar también la inversión y el talento.
En Granada, uno de los proyectos más grandes, Spiral, cerró hace más de un año y medio tras uno de funcionamiento y el otro, Cocorocó, cerró hace unos días. La realidad más probable es que los números no daban de sí, y eso se veía venir. Proyectos como los ImpactHub, que están por todo el mundo, tienen un modelo de negocio muy estudiado y aún así muchos de ellos no sobreviven.
El PseudoAgile es lo que las empresas compran para no ver la triste realidad
Agile es la palabra de moda. Así, las organizaciones piensan que haciendo Daily Scrums, Retrospectivas y otras se van a transformar en negocios ágiles que crean productos increíbles que los consumidores quieren. Hace un año, visité en Madrid a un posible cliente. Después de pasar la mañana con ellos, les dije que lo que necesitaban era contratar a buenos ingenieros y probablemente despedir a los que tenían. El CTO estaba con la boca abierta. Les dije que Scrum, SAFe, Kanban o LeSS no iban a arreglar su problema. Que su problema era que los Pseudo Ingenieros no sabían hacer su trabajo.
Por supuesto lo que la empresa entendió es que yo era una persona arrogante y procedieron a contratar a un conocido agilista que les enchufó unas sesiones de coaching, unas charlas motivadoras y su moto. La semana pasada, uno de los ingenieros que trabajaba en esa empresa, me dice que van a hacer un ERE, que las cosas no funcionan. ¿Ha fallado la agilidad? No, ha ganado la estupidez.
Para acabar, tenemos a los impostores
Los impostores son aquellos expertos que se han convertido en speakers a tiempo completo. Que saben que lo que vende en una charla no es el contenido, sino el carisma. Son comerciales de su mejor producto: ellos mismos. Son expertos. Ellos son los que consiguen financiación para sus startups, los que van a las charlas de la industria y están en todos los meetups -recuerdo como hace unos años, justo antes del boom del social media, en los saraos de blogs, alguien me contaba como el sólo desayunaba, ya que todos los días había un sitio nuevo donde comer gratis-.
Esto no es un fenómeno exclusivo de España, no nos equivoquemos. Esto pasa en todos sitios. La diferencia es que en otros sitios también existen «los que hace cosas». Porque cuando oigo a algún experto en lo que sea hablar de Steve Jobs y de cómo el era el experto en marketing, se olvida de que mientras en España todavía andábamos limpiándonos el culo con papel de periódico, Jobs trabajaba para las empresas tecnológicas más importantes del momento. El tema no es que Jobs fuera un experto en marketing, el tema es que Woz era un genio. Pero no nos equivoquemos, ambos sabían de lo que hablaban.
Gabriel Luis dice
Totalmente de acuerdo…y Nl me sorprende en un país k invierte 15 millones en un parque tecnológico y medio en apoyo directo a emprendedores.
elmenda dice
Buenísimo el artículo. Escrito en 2015 y absolutamente vigente en 2023. Me considero entre los pocos profesionales competentes de mi departamento (pocos principalmente porque somos la cuarta parte de los que éramos) y ya he tirado la toalla, estoy en búsqueda activa de empleo porque mientras mis condiciones son peores que las que tenía hace 15 años, mi empresa se gasta auténticos dinerales en humo, payasadas, coaches, mesas de colores (entornos de trabajo enriquecidos lo llaman) y demás basuras.