Antes de saber lo que significaba Agile, no existía para mí y mi entorno la parte cultural de una empresa. Las cosas eran así, sin más. Entrabas en una empresa y te adaptabas a su forma de hacer, estuvieras más o menos de acuerdo. Las cosas cambian, evolucionan, e igual que el trabajo mecánico ha cambiado por el trabajo del conocimiento, cada vez más, hablamos de cultura. Cultura de empresa como conjunto de saberes, creencias y pautas de conducta de un grupo social. Ahora, no solo cambiamos de trabajo porque nos guste más el puesto o porque el salario es más alto. Ahora también nos importa el pensamiento global de la empresa, por qué hacen lo que hacen. Y el más importante: por qué me gustaría que funcionara con mi aportación.
Desde que trabajo como Scrum Master, las entrevistas a las que he asistido siempre me han parecido bastante atípicas. Venía de trabajar en equipos de desarrollo de software y el conocimiento técnico siempre es mucho más importante que tus capacidades sociales, organizativas e interpersonales. Las preguntas eran más personales, quieren saber cómo reaccionarías, cómo entiendes algunas respuestas de personas, cómo conseguirías ayudar a otros. La principal diferencia entre un trabajo visible a uno invisible.
Cuando estaba decidida a buscar algo distinto y estaba en varios procesos de entrevistas, me contactó Alberto Serrano, con quién había trabajado antes de que se uniera a Jerónimo Palacios & Associates. Fue un mensaje: «Tengo que contarte algo que puede interesarte».
Gestión de expectativas
No sé si llamarlo entrevista. Pero supongo que es lo que fue, porque ellos me contaban lo que necesitaban, no, lo que estaban buscando, tampoco, perdonad… En realidad me contaron lo que estaban haciendo y querían hacer y me preguntaron qué valor podría añadir. Claramente esto es un cambio de cultura muy grande. Los que me conocen, podrán imaginarse mi cara. Para los que no, soy una persona bastante expresiva y mi cara lo refleja todo según lo pienso. Mi expresión pasó de la confusión a la duda, el asombro, la incredulidad, esperanza y por último la felicidad. Felicidad, porque sin siquiera ser parte de ese equipo, ya estaban contando conmigo, confiando en mí y en mi criterio.
Alberto en su conversación con Jero, buscaba información formulando preguntas (creo que es deformación de Agile Coach). Mi respuesta fue quedarme en blanco. Estaba procesando todo lo que ocurría y tardé en responder porque no era, en ningún caso, lo que estaba esperando. Ambos me contaban la cantidad de ideas, propuestas, opciones a las que podría sumarme y… yo estaba, perdonad por la expresión, «alucinando pepinillos».
La parte de mí que lo esquematiza todo intentaba quedarse con ese «¿qué esperan de mí?». Pero mi mente creativa ya volaba muy lejos con un sinfín de ideas y cosas molonas que podríamos hacer. Aunque, aún tenía que pasar por un proceso de cambio para entenderlo del todo.
Cambio de cultura, cambio de mentalidad
Existe un proceso de adaptación a la cultura de un nuevo trabajo que cualquier persona y equipo necesita superar. Sobre todo cuando estamos hablando de querer ser el mejor equipo. En cualquier equipo existen una serie de procesos, flujos de trabajo o diferentes formas de hacer las distintas tareas. En mis experiencias previas, esto ya estaba definido, tenían claros los pasos a seguir y simplemente hay que preguntar y adaptarse. Aquí no.
Desde el principio, como contaba mi compañero Alberto en su llegada a la empresa: es un reto personal. Un cambio de mentalidad y un proceso de entendimiento y comprensión de la nueva cultura. A veces estamos confundidos al respecto. Pensamos que el cómo se hacen las cosas es cuestión de lógica cuando no tiene por qué. En muchos sitios ni siquiera se plantea, se da por hecho. Esto se convierte en personas incapaces de innovar y una empresa atascada. Aquí no.
El valor que aportamos
Tenía muchas ganas de demostrar todo lo que quería aportar. Y estaba perdiendo el foco en todo lo que tenía que aprender. Algo que además es necesario para que mis aportaciones sean realmente valiosas para mis compañeros, mi empresa y nuestros clientes.
Recuerdo haberles dicho una frase parecida a «si me comparo con vosotros soy un pececito». Su respuesta fueron caras de confusión. Ninguno esperaba que me comparara con ellos. Entonces volví a las bases. En un equipo bueno, las personas se complementan. Son capaces de llevar a cabo distintas cosas, pero necesitan al resto para, como equipo, aportar mayor valor.
Personalmente es mi parte creativa la que más voy a aplicar en un principio mientras me formo con los mejores. Voy a retomar mi perfil de Diseño Gráfico. Le daré cariño a la web, campañas de marketing, merchandising… Lo mejor de todo es que no existe un puesto definido. Seguiré siendo Scrum Master en los clientes a quienes vayamos a acompañar, pero también voy a dar apoyo a todos mis compañeros en sus formaciones. La empresa va creciendo y hay que mimarla así que todos tenemos que darle lo que necesita.
Esto es solo el principio
Lo bueno que tiene trabajar con personas que creen en las personas y llevan el agilismo en las venas, es que todos los días aprendes algo de cada uno de ellos. Ya no solo por la experiencia profesional que puedan tener, sino porque ves distintas formas de pensar para llegar al mismo punto. El equipo hace que el cambio de cultura y mentalidad sea más fácil. Nadie da por hecho que sepas de todo ni que tenga que ser así. Eso crea un ambiente mucho más seguro a la hora de proponer y probar.
Mi experiencia a día de hoy es totalmente positiva, cada paso es emocionante. Tengo mucho que estudiar y hay mucho trabajo que hacer pero no me agobia. Me parece algo bonito, verlo crecer, crear algo juntos de lo que estar orgullosos. Y aunque la cultura que tenemos es muy distinta a todo lo que he vivido antes. Es cuestión de adaptarse poco a poco porque el equipo te ayuda. Prometo escribir más adelante para contaros si mi experiencia sigue por el mismo camino.
[…] colleagues, like Laura Jiménez and Alberto Serrano, who already shared their work impressions, were the ones who not only […]